Descripción
					Vivimos una segunda revolución individualista. A medida que se desarrollan las sociedades democráticas avanzadas, estas encuentran su inteligibilidad a la luz de una lógica nueva que aquí llamamos proceso de personalización.
El proceso de personalización opera no ya por la tiranía de los detalles sino por el mínimo de coacciones y el máximo de elecciones privadas posible, con el mínimo de austeridad y el máximo de deseo, con la menor represión y la mayor comprensión posible.
Lo que desaparece es la vieja imagen rigorista de la libertad, dando paso a nuevos valores que apuntan al libre despliegue de la personalidad íntima, la legitimación del placer, el reconocimiento de las peticiones singulares, la modelación de las instituciones en base a las aspiraciones de los individuos.