Descripción
Podemos demorarnos en la oficina y peregrinar entre las tiendas, vagar por los laberintos de calles y callejones o encerrarnos en teatros y cines, sentarnos en las terrazas de los bares y comer en restaurantes, correr en estadios y nadar en piscinas. Tarde o temprano, sin embargo, tendremos que volver a casa, porque es siempre gracias a y dentro de una casa como habitamos este planeta.
Una casa significa tejer una relación tan intensa con ciertas cosas y ciertas personas que la felicidad y nuestro aliento se vuelvan inseparables. Una casa es una intensidad que cambia nuestra forma de ser y la de todo lo que forma parte de su círculo mágico.
Toda casa es una realidad puramente moral: construimos casas para acoger en una forma de intimidad la porción del mundo –compuesta por cosas, personas, animales, plantas, atmósferas, acontecimientos, imágenes y recuerdos- que hace posible nuestra propia felicidad.