Cuando Benjamin Graham contaba entre sesenta y setenta años, ya jubilado y viviendo entre Beverly Hills, La Jolla (California), Aix-en-Provence y Madeira, escribió este intenso relato de su vida. Graham confió a estas memorias sus pensamientos más francos y reflexiones largo tiempo meditadas que revelan a un hombre cuyo objetivo más importante fue ser honrado consigo mismo, asumiendo sus errores y contradiciendo con frecuencia la opinión común. Graham llegó a sus sólidas convicciones después de largas meditaciones minuciosas y realistas sobre la historia adquiridas a partir de largas lecturas y de la inmersión diaria en la intrincada prueba de valor de Wall Street. Estas memorias de Benjamin Graham prueban una vez más que la mejor, y quizá la única, educación duradera es el autoaprendizaje.